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Sin que sirva de precedente Los patos pueden hacer de todo aunque a medias. Aves que vuelan ¡pero cómo vuelan! Corren cual ellos mismos. Y ¿les habéis visto nadar? Pues eso, yo como los patos pero ¡sin que sirva de precedente! |
El ansia de comunicarnos
(En el saco de: Chorros de letra - Chorradas) Nos cuenta Canopus que anda preocupado por la incomunicación. Y no hace mucho he tenido oportunidad de leer sobre el asunto. Le estoy yo muy agradecida a Pilar García Mouton, por intentar sacarme de dudas en su obra "Cómo hablan las mujeres" (editorial Arco Libros) aportando datos antropológicos, sociológicos y psicológicos. Parece ser que las mujeres no solamente hablamos, sino que además decimos. Y dejamos decir, y preguntamos bien, y escuchamos mejor y no interrumpimos y... bueno, pues que somos la nata de la leche. Y me surgen a mí ciertos problemas con el sexo opuesto. Porque yo ya conozco, ya, a alguno que hace lo propio. Es decir: habla, dice, calla, pregunta y escucha, no necesariamente en este orden. No entraré a discutir los avances de la ciencia en materia cerebral, puede que tengamos más juntas las masas cerebrales y por eso haya más conexión entre ambos hemisferios; o que ellos tengan más dura la corteza y eso interfiera en las corrientes eléctricas interparietales, o vaya usted a saber qué otro descubrimiento encaminado a celebrar que somos diferentes. ¡Pues claro!. ¡Menos mal! Mira por dónde no me molesta que los avances de la ciencia en este terreno le quiten la razón a Fray Luis de León o a Pablo de Tarso, que nos tenían ojeriza y padecían de misoginia. Pero de ahí a afirmar que la cuestión de comunicarse es cosa de mujeres... me crea auténtico desasosiego pues nos aboca a renunciar al deleite de comunicarnos con gente de otra ralea, que siempre enriquece los puntos de vista, y nos condena a entendernos solamente entre nosotras. Yo estoy llegando a la terrible conclusión de que lo que de verdad corta el diálogo, la conversación y el ansia de entendimiento es la propia, qué digo, la mismísima, habitualidad. Porque llegan los reproches, los malos entendidos, las exigencias, las censuras, las críticas, las desautorizaciones, los sermones y las condenas. Y, vengan del lado que vengan, se vengan. Por débiles. Por haber caído. Por no haber sabido conservar ese difícil equilibrio entre la seducción por una idea y el desencanto. Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://jaio-la-espia.blogalia.com//trackbacks/8573
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