Sin que sirva de precedente
Los patos pueden hacer de todo aunque a medias. Aves que vuelan ¡pero cómo vuelan! Corren cual ellos mismos. Y ¿les habéis visto nadar? Pues eso, yo como los patos pero ¡sin que sirva de precedente!
Tengo en el trastero del ordenador, en la carpeta "txts_ktxn2", montones de textos sugerentes, que, poco a poco voy revisando para incorporar al próximo Ocupado.
Este que les traigo hasta aquí lleva conmigo más de un lustro, pero sigue gustándome, a pesar de tener ese toque de autoayuda que tanto abomino.
EL TERAPEUTA:
Las personas a las que habitualmente entrevisto en mi consultorio me cuentan que están tristes o que tienen distintos síntomas enfermizos, como por ejemplo insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o dolores diversos.
Agregan que sus vidas transcurren de manera monótona, solitaria y sin expectativas. Que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. Se sienten aburridos y desesperanzados. En consultorios anteriores lograron la condolencia de un seguro diagnóstico: "depresión", y la inevitable receta del antidepresivo. Si he llegado a conocerlos es porque, obviamente, no mejoraron. Entonces les digo que no necesitan un antidepresivo, que necesitan un amante.
Es curioso ver la expresión con que reciben el lacónico veredicto. Están los que piensan: ¡cómo es posible que un profesional se despache alegremente con una sugerencia tan poco científica! También los que, escandalizados, no vuelven nunca más. A estos últimos los justifico, ya que en los tiempos que corren es natural ser desconfiado con las personas a quien uno recurre buscando ayuda.
Los que deciden quedarse me permiten darles esta explicación:
Amante es
Lo que nos apasiona.
Lo que ocupa nuestros pensamientos antes de quedarnos dormidos y a veces no nos deja dormir.
Lo que nos ayuda a esperar el mañana o el tiempo necesario para el reencuentro con el amado.
Lo que nos vuelve distraídos frente al entorno.
Lo que nos deja saber nuestra secreta intimidad, que así, la vida tiene motivación y un sentido pese a ciertos disgustos -que lo amado- suele provocarnos.
A veces lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos, en alguien que no es nuestra pareja. Pero también solemos hallarlo
en la investigación científica,
en la literatura, la música, la política, el deporte,
en el trabajo cuando es vocacional,
en la necesidad de trascender espiritualmente,
en la solidaridad para con el prójimo,
en el hábito de viajar, el teatro, la pintura, la amistad, la buena mesa, el estudio, o el obsesivo placer de coleccionar sellos.
En fin, es alguien o algo que nos pone de novios con la vida y nos aparta del triste destino de durar.
Durar es
Tener miedo a vivir.
Dedicarse a espiar cómo viven los demás.
Deambular por consultorios médicos.
Ingerir remedios multicolores.
Sumar privaciones y alejarse de las gratificaciones.
Observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelva el espejo.
Cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol, y de la lluvia.
Postergar la posibilidad de disfrutar hoy esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana.
No se empeñen ustedes en durar, busquen su amante, conviértanse ustedes también en amantes y protagonistas de la vida, piensen que lo trágico no es morir (al fin y al cabo la muerte nunca se ha olvidado de nadie), lo trágico es no animarse a vivir y dejar que la vida nos sobrevuele.
Salud, cultura, anarquía y felices amantes hallen ustedes