Sin que sirva de precedente Los patos pueden hacer de todo aunque a medias. Aves que vuelan ¡pero cómo vuelan! Corren cual ellos mismos. Y ¿les habéis visto nadar? Pues eso, yo como los patos pero ¡sin que sirva de precedente! |
Adrenalina's delivery
(En el saco de: Autodivan) Abrió con prevención el sobre. Temía que fuera un saco de sorpresas y que la mantuviera ocupada las siguientes tres horas, intentando calibrar el alcance del mensaje. Temía que fuera un sobre conteniendo "las últimas voluntades". No, solamente era una factura. Pero una factura enviada por una persona que no debía haberla enviado. El matasellos marcaba 10-10-2007. Se estremeció. Estaba segura de que algo o alguien intentaba esconder la realidad de los hechos. Pero no podía perderse en semejante laberinto. Estaba furiosa consigo misma por haberse fiado, por dar oportunidad a sus amigas y amigos de criticarle por lo confiada que era, por haber comprado por Internet sin haberlo confirmado siquiera, sobre todo ellos, harían sangre con la chanza. Pero eso no era cierto. Ella había hablado con aquél hombre quince días antes. Era la voz de un varón joven, buena presencia, sonaba fuerte, convincente, dinámico. Le aseguró que nadie había protestado por la calidad de su mercancía. Le aseguró que llegaría puntual a su cita con el curso. La mercancía llegó puntual, tal y como aquél hombre le había anunciado. Por eso y no por otra cosa se atrevió a hacer una apuesta mayor. Ahora serán treinta, pediré treinta en lugar de veinte. Y dio a la tecla "Enviar transferencia" ¡Mira que te pregunta veces el sistema si estás segura! Lo estaba. Era una compra asegurada. O eso creía ella, hasta hace dos días. No había llegado nada. Deberían haber estado ya incluso serigrafiados los artículos. Llamó. Y llamó y llamó. Nadie. Envió un correo "parece mentira la falta de seriedad ¿debo preocuparme?" Y sí. Debía preocuparse. La alarma sonó en su interior cuando dos días después nadie se ponía al teléfono. Cada diez minutos, ¡pues no saben ellos lo insistente que puedo llegar a ser! Claro que, a él no le sonaba en el oído. No oía nadie su llamada. Hasta que una tarde, diez días después, una voz femenina respondió al otro lado de la línea. No, no puedo confirmarle dónde está su pedido. Sí, vamos a cerrar por fallecimiento. No, las cuentas no se pueden tocar, están bloqueadas. Sí, vamos a borrar incluso la página web. No, no puedo decirle nada respecto a su pedido, debería haber sido servido. No, la familia del difunto no puede atenderle. Sí, era una persona joven. No, hacía diez días que no servía pedidos. Sí, apareció muerto. No, no fue suicidio. Sí la familia se hará cargo de la situación. No puedo ayudarle más, tampoco yo sé nada de lo que está sucediendo, llevo solamente catorce días trabajando aquí. Sí, mañana me iré al paro, no puedo seguir trabajando en esta empresa. No, no puedo darle el teléfono de nadie que le atienda. Y ahí estaba ella ahora, con un puñado de euros menos en su cuenta y abriendo una carta con sobre manuscrito, con remite de alguien a quien "han fallecido" y temiéndose lo peor. Y todo por comprar cincuenta cuchillos jamoneros. Es que esto de tener que buscarse situaciones apasionantes, empezaba a resultarle cansado. Fundamentalmente, cansado. ¡Mañana me pido la jubilación! Salud, cultura, anarquía y días de adrenalina tengan ustedes Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://jaio-la-espia.blogalia.com//trackbacks/52731
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