Sin que sirva de precedente

La estrategia del reloj (y II)
(En el saco de: Chorros de letra - Chorradas)

Resumen del capítulo anterior: Jaio busca la forma de faltar al trabajo sin que se note y se inventa una historia increíble. Nadie se la cree excepto ella. Pero no le importa.

Bueno, no es exactamente eso lo que pasaba pero ¿a quién le importa?

... continúa

La estrategia del reloj

Si yo estaba entusiasmada y no quería que algo terminara, él me hacía durar el momento y remoloneaba para pasar a la siguiente rayita; si estaba viviendo la situación más ingrata de la tarde, se las arreglaba para pasar por alto una o dos estrías.

Pero un día no supo interpretarlo, el corazón se me puso a mil por hora al ver salir del ascensor al hombre que descabala mis sueños, se me acercaba con esa sonrisa burlona que tiene y que me enamora, fui a tartamudear torpemente un "cómoestásss" cuando al mirar el reloj me di cuenta de que perdía el último metro. No pudo ser, ¡qué rabia! y llegando a la estación comprobé que llevaba el reloj diez minutos adelantado. Me irrité enormemente, me resultó enojoso que un objeto histérico me estropeara uno de los más sublimes recuerdos que podía haberme forjado esa noche. Al llegar a casa lo arrojé violentamente contra las baldosas de la cocina.

Probablemente entendió el mensaje. Ahora sé que no quiere que lo abandone así que ha desarrollado su propia estrategia. Ha encontrado su ritmo y el recorrido lo hace en mucho menos tiempo que el empleado por los demás relojes. Por eso, en uno de cada tres cuartos de hora, se planta y espera hasta que considera que ya debería estar en el último cuarto, pega un volatín y continúa. Es este el único momento en que se podría decir que, por una décima de segundo, es puntual.

Yo ya no puedo pasarme sin él. Es un cuarto de hora tanto más real cuanto menos consciente soy de que lo extravío. Ese cuarto de hora no existe más que en mí pero es cuando pierdo la noción del tiempo; cuando aprovecho para reírme de mis neuras y me imagino navegando encaramada en una nube de papel; cuando saboreo el olor de la hierba mojada que no he cortado y ensayo una nueva forma de pronunciar las palabras; cuando ensamblo melodías imposibles con el trastabilleo de mis ideas o imagino cómo pintar el barco donde nos escaparemos juntos; cuando pongo nombres a cada sonido que me acompaña y palpo la piel de tu pecho amor...

Tengo cinco cuartos de hora cada hora porque los otros tres se me antojan mucho más largos; rascando, rascando obtengo buenos ratos cada día para mi propia quietud. La estrategia del reloj me ha salvado en este mundo de locos.

FIN

Este relato lo escribí en 1997, jugando con el binomio fantástico de Rodari.
Las palabras: "estrategia" y "reloj".
Me ha gustado sacarlo de la papelera para ustedes.

Salud, cultura, anarquía y buenos alimentos tengan ustedes.