Sin que sirva de precedente
Los patos pueden hacer de todo aunque a medias. Aves que vuelan ¡pero cómo vuelan! Corren cual ellos mismos. Y ¿les habéis visto nadar? Pues eso, yo como los patos pero ¡sin que sirva de precedente!
Al hilo de lo que nos cuenta JJ en su curso de verano recupero de copias viejas algo que escribí a propósito del virus "I love you"
Pues por fin han cogido a los filibusteros, o bucaneros, o malandrines cibernáuticos, que han puesto patas arriba al mismísimo Pentágono. Dos chiquillos filipinos, con cara de no saber por qué. O de no querer saberlo. Dicen que se les escapó. Así, con la inocencia de quien sabe qué ha hecho, pero que espera de los demás cierto desconocimiento.
Es cuestión de mala suerte. Podían haber imaginado siquiera un programita, con el que ganar la mitad de los cientos de millones de dólares que han hecho perder a otros. Pero no. A uno de ellos le habían suspendido su proyecto en la Universidad. Y eso MOLESTA. Me lo imagino recogido como un ovillo en el rincón oscuro de su cuarto: "Se van a enterar, esos listos de m...".
La pérdida no es tan lacerante en cuestión económica como en cuestión temporal. Son cientos de miles de millones de minutos los que están haciendo perder a la gente infectada. El dinero puede recuperarse, pero el tiempo... nunca vuelve. La burla ha sido completa. Pusieron un nombre al regalito al que nadie puede resistirse: Te quiero. Nadie tiene tan repletas sus arcas afectivas como para renunciar a saber quién está detrás de tan grato mensaje. Y, claro, sucumbieron. Uno a uno, como mirlos.
Ahora a recuperarse. De la frustración en primer lugar: "No solamente no me quería, sino que me ha atacado por lo más baudio". Del prestigio herido de muerte como mailero "limpio", nadie se fiará de quien fue infectado y desparramó su dolencia por las ondas internáuticas. Y del dolor. Del dolor de haber perdido aquella carta de amor, esta sí, auténtica, que tenían reservada en una carpeta oculta y a la que, de alguna manera, han traicionado.
Lo más sorprendente de todo, es el tiempo que han tardado en encontrarles. Apellidándose Guzmán... estaba cantado. En la Historia existe uno que se distinguió por arrojar un cuchillo para que mataran a su hijo ¡y le llamaron Guzmán el Bueno!. ¿Qué se puede esperar de los demás Guzmanes?.
Es irónico. En la lengua sajona, en la que nos han asaltado, se escribiría Good-man.