Sin que sirva de precedente
Los patos pueden hacer de todo aunque a medias. Aves que vuelan ¡pero cómo vuelan! Corren cual ellos mismos. Y ¿les habéis visto nadar? Pues eso, yo como los patos pero ¡sin que sirva de precedente!
Ella vivía con la preocupación de no saber cuántos besos le quedaban por darle. Siempre que tenía oportunidad le importunaba con cálidos besos en el cuello, en la cara, en los brazos, donde cupieran. Él los recibía con gusto pero nunca dejaba entrever que le agradaban. Temía que, si le animaba, terminaría por comérselo a besos.
Un día a ella se le agotaron. Los tres últimos se le consumieron en la boca mientras dormía. Y él enloqueció de tristeza. Se lanzó a la calle con un cubo de pintura y una escalera. Y se lo contó al mundo. Pero ella ya no estaba para responderle. A besos