Sin que sirva de precedente
Los patos pueden hacer de todo aunque a medias. Aves que vuelan ¡pero cómo vuelan! Corren cual ellos mismos. Y ¿les habéis visto nadar? Pues eso, yo como los patos pero ¡sin que sirva de precedente!
Sus hijos le tenían miedo. Ordenaba de forma expeditiva. Pasadas 48 horas de haberse incorporado algún juguete a la familia, ya estaba condenado a desaparecer. Por eso sus hijos se hicieron muy ordenados, para que ella no viera sus juguetes, que peligraban. Le molestaba todo lo que estuviera por enmedio, de modo que lo tiraba a la basura.
Sus hijos le tenían miedo. Aprendieron a no llorar. Temían que, de un momento a otro, les despachara a ellos, porque molestaban.
Ahora está sola en un asilo. Y se pregunta qué hizo mal para que sus hijos no se le acerquen. Nadie le explicará que tiró sus sueños a la basura.
Salud, cultura, anarquía y buenos alimentos tengan ustedes.
Me ha dado un escolofrío.
He cogido la bolsa de la basura, recuperado el productos de la ultima operacion de orden y me he tumbado a reflexionar.
Que nos coma el caos.
Pero, ¿tirar sueños? Demasiado fuerte.
Pasé mi niñez en una familia terriblemente descompensada: mi padre es un desastre que no tira nada jamás y mi madre, más por reacción que por otra cosa, se ha visto obligada a ir tirando cosas para mantener la casa habitable.
Y como los extremismos siempre son malos, mi hermano y yo siempre le tomamos el pelo recordando la vez que tiro TODAS las guías de teléfono, o la vez que tiró mis renacuajos al water (mi hermano era entoncesmuy tierno infante y tuvimos que explicarle que a lo mejor llegaman vivos al Manzanares aunque lo dudábamos)...
Le cantábamos "quien teme a madre feroz,a madre, a madre..." con música del lobo feroz.
Pero nunca nos tiró un sueño, sino que jugar con ella era estar en un mundo de ilusiones. A veces, por no decir siempre, es mejor jugar con Mamá y Papá que con un montón de juguetes.
Vamos que mi familia (¿de origen?) se ajusta al principio del cuento como un guante, pero en nada al final :)
Espeluznante, Jaio. La típica situación que, vista desde fuera, hace pensar que los hijos son unos malvados egoistas. Pocos se paran a pensar en lo que puede haber detrás.
Me encantó tu relato. No tengo hijos, así que probablemente acabe en un asilo con la conciencia tranquila.
Jaio, además de hijos, tengo un nieto...es como dices,"nadie explicará a todos esos viejecitos que tiraron sus sueños a la basura"
Y añado, por si no surge de la lectura: sueños ajenos, que les impusieron - nos impusieron - y no alcanzamos. Entonces los volcamos en los hijos. A los que a nadie le explicó que, tras esas conductas, había sueños maravillosos, pero ajenos e intransferibles.
Somos víctimas y victimarios a la vez. Algunos en mayor grado, otros en menor grado. Que el olvido nos bendiga quitándonos el dolor de no haber sido ni podido ser en los otros.
Yo he visto, en un conocido del barrio, un ejemplo extremo de lo que cuenta el post y lo que añade Nfer.
Un chico cuyo padre no permitió jugar, leer, entrenar a lo que realmente le gustaba con sus amigos (entre los cuales estaba yo), sólo por una obsesión personal del padre: el fútbol.
Su única meta era que el hijo saliera futbolista profesional (supongo que para vivir de él) y parecía que lo iba a conseguir pues con 13 años el chaval estaba en el Athletic de Bilbao.
El padre le quitaba los regalos de cumpleaños, le quitaba mis tebeos, todo lo que le pudiera "distraer".
Ahora ese chaval, que tiene la misma edad que yo, está en Proyecto Hombre. Es lo que se llevó del mundo del fútbol cuando cumplió 20 años y nadie le renovó contrato.
El padre ahora juega al golf y si algún día acaba en un asilo no me dará ninguna pena, por muy incorrecto que parezca a quien lea esto.
La disciplina es necesaria, pero jamás debe ser cruel, como en el caso que expones. El cariño no debe faltar nunca en la disciplina, pero hay que enseñarles a ser responsables, no a través del castigo si no con el ejemplo.
Los hijos, por desgracia, no vienen con manual de usuario, ni tampoco nadie nos dio un manual de instrucciones en como ser padres, lo intentamos lo mejor que sabemos o podemos, nos equivocaremos y mucho, hagámoslo bien o mal.
llegamos a este mundo sin manual. No hay forma de aprender a ser hijos (sólo lo aprendemos, malamente, cuando somos padres) no lo hay para ser padres (lo aprendemos cuando somos abuelos...) y ahí entendemos. Algo.
Digo esto no como excusa a mis errores que son muchos, sino para justificar la necesidad del orden.
Los que me conocen saben que por años crié y entrené perros.
Pero primero tuve que pasar yo un entrenamiento (¡qué ventaja sobre la crianza de hijos!).
Aprobado el curso de entrenamiento, me dieron la responsabilidad de a poco (lo que tampoco sucede con un niño, llega todo entero al mundo, y tiempo completo).
Lo primero que me dejaron en claro que nada de paternalismos ni sobreprotección. Eso es inhumano. Cada uno tiene una sola vida y no la puede vivir otro. En perros, hablo, no en humanos, claro que la analogía está latente.
Lo primero que tuve que tener en claro es que el perro es un miembro de una jauría, en este caso, humana, y como comunidad, hay una jerarquía. Para que el perro y las personas humanas estén tranquilas debe haber un orden jerárquico, en el cual el perro ocupa el último lugar.
Esto al principio suena cruel: nada más equivocado. Así el perro sabe qué responsabilidades y derechos tiene, y no se arrogará derechos de amo, lo que siempre desemboca en problemas...o dramas: el manso perro que un día mata a a la beba de la casa porque "sí".
No es "porque si" es porque el perro no tenía claro su posición. El niño o niña "representa" un cachorro bajo su tutela, y al hacer algo el niño que no "encaja" en conducta de manada, "debe" recibir una amonestación por parte del líder. Quitarle liderazgo al perro es esencial o tendremos la casa dominada por un lobo, literalmente.
Y si vamos a una ligera semejanza con los niños, pues, así es la cosa: los hijos son hijos, (omití intencionalmente el "nuestros") y no amigos. Es que decir "mi hijo es mi mejor amigo" o "mi padre es mi mejor amigo" es una complicidad falsa y malsana. Amigos se eligen, padres e hijos no se eligen. Así que cada uno carga con el que le llega y cumple la función que corresponde. El amigo no fija límites: si es amigo nos quiere como somos. El padre fija límites por el bien de ambos.
Hoy veo que sucede cada vez más lo que decía en el comentario 6: que los hijos han de cumplir el sueño de los padres. Y por alguna razón, tal vez Freud tenga algo que decir, la culpa que yace latente es aplacada con un "vale todo" para los críos, por un lado las exigencias son extraordinarias y fuera de lugar, el chico es objeto, literalmente, extensión de la vida del padre que no logró lo que creyó que era su objetivo y fuente de felicidad, y por otro se le dan todos los permisos.
Así cualquiera de nosotros a los 17 años tiene tal rollo en la cabeza y en el corazón que si manda todo al carajo, incluso su vida, es entendible (no digo justificable).
A veces miro cómo ejerce de padre mi hijo. Me da un poco de miedo, el crío con un año es el eje de la vida de los tres: los horarios están ajustados a los que él marca (y cambian rápidamente pues él crece rápidamente en esta etapa), los tiempos para estudiar y trabajar sólo son posibles cuando el crío duerme, y en ese momento apenas quedan fuerzas para ordenar lo que desordena, ya que tiene acceso a todo. Comenté un día que cuando el ahora padre era niño, no tenía acceso al teléfono, ni jugaba con la cocina, ni tomaba cosas de la heladera, ni las llaves del auto estaban a su alcance. Pero no hay forma, habrán de aprender como nosotros, todo de nuevo, y sufrir como sufrimos nosotros. No nos oyen, ahora leen revistas caras escritas por expertos en niños y en los traumas que le ocasionará en el futuro haberle negado jugar con la hidrolavadora. Dejo porque esto ya es un tratado de quejas y no un mensaje.
Tienes toda la razón del mundo en tu analogía, la familia es el símil de una manada y como tal debe tener un orden establecido donde los miembros aprenden, enseñan y maduran, y cuando llegue el momento se emancipan del núcleo, formando a su vez su propia manada con su propia jerarquía.
El problema hoy en día es que la estructura de “manada” es desechada por la mayoría, convirtiendo a la familia en una “unión de libre asociación”, como si fuera una comunidad de vecinos donde todos tiene el mismo derecho, craso error en mi opinión, por que hay hijos e “hijos”.
Pienso que nuestra generación quiere que nuestros hijos tengan las libertades que nosotros no teníamos, algo encomendable, pero sin las pesadas responsabilidades, he ahí el error.
Recuerdo cuando cumplí los 18 años y decidí que yo ya era un hombre y por lo tanto podría hacer y deshacer lo que se me antojaba. A la mañana siguiente de celebrar mi llegada a la madurez, con mucho alcohol, llegando hecho una asquito a casa pasadas las 4:00am, me despertó mi padre a las 6:00am para recordarme que aunque yo pensase de que ya era un hombre y así lo tenia a bien la leyes, en realidad yo seguía siendo “su” hijo y viviendo bajo “su” techo, y que las normas seguían siendo las mismas, entendí que tenia toda la razón del mundo, aunque no me gustase el momento elegido para la charla.
Un mes después me independice, no crean que hice todo lo que me dio la gana precisamente, pero termine el proceso de maduración y es algo que siempre agradecí.
No recuerdo dónde la leí, o dónde la escuché, pero da lo mismo, se me quedó 'cincelada'; no la olvidaré nunca: 'A menudo estamos tan preocupados por darles todo lo que no tuvimos, que olvidamos darles aquello que sí disfrutamos'.
Eledhwen,
estoy en condiciones de decir que es una verdad tan grande que no puede verse a simple vista. Es más, hay que tomar distancia: y eso lleva años, décadas.
Me pasó: mis padres quisieron darme lo que ellos no tuvieron (curiosamente, tuvieron mucho: una gran familia, recursos, educación...) pero aún hoy repiten la frasecita: "hicimos lo imposible por darte lo que no tuvimos..."
Luego yo quise hacer algo así, a ver si revertía el proceso. Me temo que no.
Y ahora tengo un nieto. Temo inmiscuirme, pero apenas pueda, lo sacaré de su burbuja - aquí mandan extrañas teorías psicopedagógicaspediátricas que hacen pensar que el niño se romperá en pedazos o quedará destruido emocionalmente al menor descuido de los adultos - y le mostraré cómo crecimos nosotros, a pesar de nuestros padres o gracias a ellos: con límites, pero con cariño, con concesiones pero con reprimendas y penitencias, con derechos pero con exigencias de "pago" para conseguir esos derechos.
Ojalá sirva y pueda (n) vivir, no con mis verdades, sino sin mis errores. Con eso me basta.
Lo que verdaderamente necesitan: es animarse a saber por ellos mismos, qué es lo que verdaderamente necesitan. Más difícil todavía...