Sin que sirva de precedente

Heridas de muerte las palabras
(En el saco de: )

Siempre es doloroso empezar a hablar cuando se tiene encogida el alma, cuando se soportan sentimientos de ira contenida, de rabia acerada, de irritante amargura. Son sabores tremendamente ingratos que me inundan el cuerpo y me dejan hastiada.

Llevo muchos años luchando para no aminorar en el reproche; para no hacerme dolorosamente insensible; para no acostumbrarme a la muerte vil, a las más de mil que llevamos recontadas, impartidas sin pudor por mercenarios descerebrados. Esos que no se mueven por amor a nada, esos que matan por dinero.

Llevo cincuenta años esperando un amanecer sin brumas; un devenir sin miedos. La inexperiencia de la juventud me la arrebató otro. Uno al que no le temblaba la mano para firmar sentencias de muerte. Teníamos la soberanía secuestrada por un tirano. Murió aquél y vinieron otros a rescatarlo. ¡No vayamos a perder la costumbre de luchar por la libertad!

Recuerdo que entonces, como ahora, el dictador tenía mal visto oponerse a la pena de muerte y los jóvenes debíamos tener cuidado con quién y de qué hablábamos porque el dictador nos vigilaba; recuerdo que entonces disfrutábamos de "35 años de paz" por decreto, la misma paz que nos dictan estos otros ahora; recuerdo que entonces, como ahora, estábamos seguros de que a aquello le quedaba poco tiempo de vigencia; recuerdo que entonces me dolía el alma, como ahora.

Nada ha cambiado en el guión, porque ahora hay otros que se han erigido en defensores de nuestra libertad, de nuestra independencia, de nuestros derechos, de nuestra paz. Y éstos, que se dicen nuestros libertadores, nos amenazan y nos hieren de muerte. Nos hieren de muerte cada vez que se produce un atentado; cada vez que nos arrebatan la vida a jirones burlándose de la libertad de pensamiento.

Acabarán construyendo una nación socavada sobre un millón de ausentes. Nadie debería sentirse orgulloso de haber logrado la construcción nacional desde la tiranía, la violencia, la vejación, la victoria y la muerte. Eso es privilegio de los tiranos.

Aún con todo, no podemos caer en el desconsuelo. No debemos permitir que la amargura inunde nuestra razón. Hemos de conservar vigoroso el aliento para gritar desde la libertad: ¡No nos callarán! ¡No nos moverán!

Reproduzco de nuevo aquí lo que Rafael Alberti escribió acerca de las palabras. Lamentablemente, hoy sigue teniendo vigencia.

NOCTURNO
Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirven, son palabras.

Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas,
¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento!
¡qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!

Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta,
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede, por imposible, y calla.

Siento esta noche heridas de muerte las palabras.

Marzo 2023

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